sábado, 12 de abril de 2014

                                                     EL HACHA DEL LEÑADOR


 Buscando en internet encontré algo que me hizo acordarme de mi tía abuela Anica. Anica fue una mujer a la que la vida no le sonrió, una de esas personas anónimas que pasan por la vida como de puntillas, sin dejar rastro. Huérfana de madre a temprana edad, algo corta de luces, pequeña y huraña, aun me parece oírla decirme, arrastrando la elle como antes hablaban en el pueblo:”Chiquilla come,mira que van a venir esta noche las Animas Benditas, con sus zapatos con tacón de aguja, y van a bailar encima de tu barriga.” Nadie la tubo nunca muy en cuenta. Murió soltera, ignoro si alguna vez tuvo pretendiente. Cuando le preguntaban, tal vez por oírla, por que no se había casado y tenido hijos, ella decía:”Para que les caiga el hacha y los mate.”
No sé si ella sabía el cuento al que pertenece esta frase (yo no), pero siempre respondía lo mismo. Entre nosotros ha quedado la frase, que yo utilizo algunas veces cuando quiero referirme a sufrir o a no hacer algo por miedo a lo que pueda pasar, adelantándose a acontecimientos que no se sabe si sucederán.
Este cuento va en su memoria.




                        Una muchacha se hallaba sentada junto a un ventanal observando a un joven y apuesto leñador que se dirigía al bosque a cumplir con su oficio. Pero la niña, cada vez que lo veía se sobresaltaba y se echaba a llorar desconsolada. Una vez de estas entro su tata en la habitación, pillandola en la amargura, le pregunto a que se debía y ella le contesto:”Cuando pasa el leñador, el corazón se me encoge, la angustia se apodera de mi...¡que desgracia tata!” La anciana se pregunta que le puede haber hecho ese pobre muchacho para producir tal pena en la niña, si el tiene fama de honrado y es querido y respetado en todos sitios, siendo el novio que cualquier vecino de la aldea desearía para sus hijas. Vuelve a preguntarle y esta responde sollozando: “¡ Ay tata!, ni lo conozco, ni he hablado con el, pero fíjate que me pretende y yo le digo que si, nos casamos, tenemos un niño y ponemos la cuna arrimada a la pared, debajo de donde el cuelga el hacha y esta cae y lo mata.”